día 5

En los momentos de lucha

Dios te escucha.

 

Dificultades que nos podemos encontrar. Los golpes que da la vida (enfermedad, dolor, etc.) Fidelidad al Señor y a la construcción del Reino. Seguir a Cristo como opción y compromiso. El nuevo sentido que Dios le da a nuestros problemas.

 

EQUIPO

 

 

Objetivo: el tema de hoy intenta dar pistas sobre cómo los cristianos debemos afrontar las adversidades de la vida. No se trata de hablar de la constancia, el esfuerzo y la determinación que permiten superar muchos problemas. No. Se trata de hablar de aquellos problemas que no se pueden evitar, que una vez llegan no se trata de tener más o menos voluntad o de dedicar más o menos esfuerzo.

En este día trataremos de enseñar al niño que hay ciertas adversidades que no se ‘arreglan’ sino que simplemente se afrontan, sin evitarlas, sin enfadarse, sin quejarnos o hacernos víctimas. Para afrontar los problemas, Dios nos acompaña y nos da paz y fuerzas para no desmoronarnos. Por eso, en las adversidades es especialmente importante acudir a la oración, a los sacramentos, para que Dios nos regale la gracia necesaria para no hundirnos en esos momentos. Jesús en su vida afrontó las grandes adversidades contando con Dios, su Padre, a través de la oración.

1.- Partimos de la vida

Situamos a los niños en el tema. En la vida nos salen muchas dificultades (en el colegio, la enfermedad, problemas con la familia…), y los cristianos no somos menos. No nos libramos de estas dificultades por ser cristianos. Lo que sí tenemos son algunas claves que Jesús nos enseña para saber vivirlas bien y salir adelante.

Leemos el cuento “la ostra perlífera” (más abajo, en el anexo), con el objetivo de ejemplificar lo bueno que puede salir de una dificultad.

Preguntas que orienten el trabajo:

- ¿Cuál era la dificultad que entró en la vida de Marina la ostra perlífera?

- ¿Cómo reaccionó al principio Marina?

- Cuando no pudo librarse de la dificultad, ¿qué decidió hacer?

- ¿Todas las ostras tienen una perla dentro? ¿Cuáles sí?

 

- ¿Conocen alguna persona o santo que después de una dificultad haya sido mejor persona? (pista: San Pablo y sus tribulaciones en los viajes, Beethoven con su sordera y su música, Hellen Keller, que fue escritora naciendo sorda y ciega, Toni Meléndez con su famoso video de internet tocando la guitarra con los pies)

- ¿Qué dificultades te puedes encontrar en tu vida, en el campamento, en el cole, en el centro infantil, en tu familia?

- Con las dificultades que no puedes evitar, ¿qué actitudes tienes? ¿Cuál sería nuestra actitud para intentar ser como Marina la ostra perlífera?

- ¿Cómo crees que Dios te puede ayudar en esos momentos? ¿Acudes a él?

- Si Dios no te soluciona siempre el problema, ¿para qué acudimos a Dios?

 

 

2.- Tu palabra nos da vida

Antes que Marina, la ostra perlífera, Jesús nos enseñó a convivir con las adversidades que no podemos evitar. Y, sobre todo, nos acompaña en nuestras tristezas y adversidades.

Evangelio según San Mateo (Mt 16, 21-25)

Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: "Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá". Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres". Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.

Para el responsable: se puede hablar de la cruz en clave infantil con algunos ejemplos. Agarrar la cruz significa:

- No enfadarse con mis enfermedades (angina, fiebre, resfriado,…), sino rezar, dejarse acompañar con Jesús, acordarse de otros con enfermedades realmente importantes...

-  No enfadarse cuando me regañan los profes, sino intentar ser mejor.

- Aceptar con fe y esperanza la muerte de algún familiar.

- Cuando me acusen de algo injusto, y una vez explicada nuestra versión a padres/profes, no enrabietarse exageradamente.

 

 

3.- La vida en oración

Enlazando con alguna de las enseñanzas anteriores, podemos orar con el Salmo 23, en el que el salmista, ante la adversidad, da alabanzas a Dios por cuidarnos y acompañarnos como un pastor cuida a sus ovejas:

El Señor es mi pastor, nada me falta.

En prados de hierba fresca me hace reposar,

me conduce junto a fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas.

Me guía por el camino justo,

haciendo honor a su Nombre.

Aunque pase por un valle tenebroso,

ningún mal temeré,

porque Tú estás conmigo.

Tu vara y tu cayado me dan seguridad.

Me preparas un banquete

en frente de mis enemigos,

perfumas con ungüento mi cabeza

y mi copa rebosa.

Tu amor y tu bondad me acompañan

todos los días de mi vida;

y habitaré en la casa del Señor

por años sin término.

 

También podemos cantar la canción:

En mi debilidad me haces fuerte (2),

sólo en tu amor me haces fuerte,

sólo en tu vida me haces fuerte,

en mi debilidad te haces fuerte en mi.

 

4.- Entrega tu vida

Para el día de hoy, trataremos de encontrar alguna adversidad en el campamento. Cuando la encontremos iremos a la capilla y rezaremos un padrenuestro y un avemaría para que Jesús y su Espíritu nos den fortaleza con la que afrontar esa situación desagradable que no queremos, pero que tenemos que pasar. Al día siguiente lo compartimos.

 


 

 

Anexo. Cuento “La ostra perlífera”

por Mamerto Menapace, publicado en La sal de la tierra, Editorial Patria Grande.

 

Era una ostra marina. No un caracol. Marina era un bicho de profundidad y, como todas las de su raza, había buscado la roca del fondo para agarrarse firmemente a ella. Una vez que lo consiguió, creyó haber dado con el destino claro que le permitiría vivir sin contratiempos su ser de ostra.

Pero el Señor había puesto su mirada en Marina. Y todo lo que en su vida sucedería, tendría como gran responsable al mismo Señor Dios. Porque el Señor Dios en su misterioso plan para ella, había decidido que Marina fuera valiosa. Ella simplemente había deseado ser feliz.

Y un día el Señor Dios colocó en Marina su granito de arena. Literalmente: un granito de arena. Fue durante una tormenta de profundidad. De ésas que casi no provocan oleaje en la superficie, pero que remueven el fondo de los océanos.

Cuando el granito de arena entró en su existencia, marina se cerro violentamente. Así lo hacía siempre que algo entraba en su vida. Porque es la manera de alimentarse que tienen las ostras. Todo lo que entra en su vida es atrapado, desintegrado y asimilado. Si esto no es posible, se expulsa hacia el exterior del objeto extraño.

Pero con el granito de arena, la Ostra Marina no pudo hacer lo de siempre. Bien pronto constató que aquello era sumamente doloroso. La hería por dentro. Lejos de desintegrarse, más bien la lastimaba a ella. Quiso entonces expulsar ese cuerpo extraño. Pero no pudo.

Ahí comenzó el drama de Marina. Lo que Dios le había mandado pertenecía a aquellas realidades que no se dejan integrar y tampoco se pueden suprimir. El granito de arena era indigerible e inexpulsable. Y cuando trató de olvidarlo, tampoco lo pudo. Porque las realidades dolorosas que Dios envía son imposibles de olvidar o de ignorar. Están siempre presentes.

Frente a esta situación, se hubiera pensado que a Marina no le quedaba más que un camino: luchar contra su dolor, rodeándolo con el pus de su amargura, generando un tumor que terminaría por explotarle envenenando su vida y la de todos lo que la rodeaban.

Pero en su vida había una hermosa cualidad. Era capaz de producir sustancias sólidas. Normalmente las ostras dedican esta cualidad a su tarea de fabricarse un caparazón defensivo, rugoso por fuera y terso por dentro. Pero también pueden dedicarlo a la construcción de una perla. Y eso fue lo que realizó Marina. Poco a poco, y con lo mejor de sí misma, fue rodeando el granito de arena del dolor que Dios le había mandado, y a su alrededor comenzó a nuclear una hermosa perla.

Me han comentado que normalmente las ostras no tienen perlas. Que éstas son producidas sólo por aquéllas que se deciden a rodear, con lo mejor de sí mismas, el dolor de un cuerpo extraño que las ha herido.

Muchos años después de la muerte de Marina, unos buzos bajaron hasta el fondo del mar. Cuando la sacaron a la superficie, se encontró en ella la hermosa perla de su vida. Al verla brillar con todos los colores del cielo y del mar, nadie se preguntó si Marina había sido feliz. Simplemente supieron que había sido valiosa.

  

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Diego Ernesto