día 5
Como Juan: "demostrar la fe por el amor"
DINÁMICA
ACTIVIDAD:
REBOTE DE GRATITUDOBJETIVO:
Estar dispuestos a descubrir todas las maravillas que hace Dios por nosotros cada día. Aprender a dar las gracias con una sonrisa.
JUGANDO:
Se explica a los participantes que cada uno podrá lanzarle la pelota a un compañero, pero primero, debe decirse el nombre del compañero y darle las gracias por algo bueno que vea en él (compañerismo, simpatía, amistad, algún favor que le haya hecho, etc.) Este recibe la pelota, seguidamente nombra a otro, le agradece y le tira la pelota, así sucesivamente hasta que todos participan, el animador estará atento para poner alguna penitencia graciosa al que no encuentre nada por qué agradecer.El animador puede decir, en cualquier momento, que
el tamaño y el peso de la pelota ha cambiado, mucho más grande o muy pequeñita. Los gestos de lanzar y de recibir deben estar de acuerdo al peso y tamaño de la pelota. También variará la velocidad del lanzamiento en la medida que vaya avanzando la ronda de agradecimiento. Después de esta ronda hacemos una breve pausa y comenzamos a dar gracias a Dios, nadie puede repetir palabras para demostrar a los niños que son tantas las cosas por las cuales dar gracias a Dios (la vida, la fe , la familia, las flores, mi mascota, los ojos, mis manos, etc) que no hay oportunidad de repetir dos veces lo mismo.
DESPUéS DE JUGAR:
Podemos leer a los niños el pasaje bíblico de la curación de los 10 leprosos, donde uno sólo se devolvió a dar las gracias al Señor. Dialogar sobre lo importante de dar las gracias y cómo agradan a Dios los hijos agradecidos.
Evangelio según san Lucas (17, 11-19)
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al
entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron
a distancia y empezaron a gritarle: « ¡Jesús, Maestro, ten compasión de
nosotros!» Al verlos, Jesús les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes». Y en
el camino quedaron curados.
Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en
voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole
gracias. Era un samaritano.
Jesús le dijo entonces: « ¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros
nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este
extranjero?» Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado».