temario

       

 

DÍA 2 - Juan evangelista

LEMA:

Jesús está siempre contigo.

Y tú ¿eres su testigo?

 

 

 

Objetivos:

 

l        Tomar conciencia del encuentro con Dios basado en la amistad.

l        Amistad basada en la confianza.

l        El ser discípulo.

l        Fidelidad.

 

Desarrollo:

Se empieza rezando a la Virgen y poniendo el grupo en sus manos.

Con el tema que vamos a presentar, lo que se quiere inculcar es la clase de encuentro que S. Juan vivió con Jesucristo. Un encuentro a primera vista, una relación forjada por la vivencia de acontecimientos especiales de ambos. Dando como resultado una amistad profunda entre ellos, amistad basada en la confianza y fidelidad que S. Juan tenía a Jesús.

Para ello vamos a dividir el tema en tres momentos:

l        lectura del texto bíblico Jn 1 35-42. Presentamos al personaje a los jóvenes.

l        Dinámica individual para analizar cada uno los puntos de vista y como pudo nacer la amistad entre ambos.

l        Por último un retiro, oración guiada por lecturas bíblicas de distintos momentos de la vida de S. Juan.

Lectura (Jn 1 35-42), se puede realizar por parte del responsable un resumen o contarlo a su modo, leer el cómic, todo dependiendo de las características del grupo.

Dinámica.

Después de presentarle el personaje del día, vamos a definir que es para ellos (los jóvenes) la amistad o como pudieron vivir esos momentos S. Juan como Jesús.

Se dividen en dos grupos, a uno de ellos se le da el papel de Jesús y al otro el de S. Juan.

Se tienen que poner en situación, imaginarse que están viviendo la escena de la lectura que acabamos de leer, como si estuvieran  dentro de su piel e intentar pensar como ellos.

Para la reflexión en el papel de Jesús:

l        Estos chavales parecen apañados. ¿Querrán seguirme?, el más joven tiene cara de buena gente, ¿me fallarán en los momentos claves?, ¿estarán a mi lado pase lo que pase?... ( y todas las preguntas o consideraciones que se le ocurra al responsable).

Para la reflexión en el papel de S. Juan:

l        Que hombre más misterioso, parece que está muy seguro de si mismo, pero su mirada refleja un poco de miedo, la gente que le rodea parece que le quiere mucho, me está mirando, se ríe, me cae bien, ¿me dará buenos consejos?, ¿ parece muy tranquilo?, ¿será paciente?, ¿aguantará mi genio?.... ( y todas las preguntas o consideraciones que se le ocurra al responsable).

A continuación se hace una puesta en común, cada uno cuenta sus sensaciones, luego se intentará hacer un modelo de amigo o las características de una buena amistad, el responsable tiene que resumir la idea de todos, haciendo incapié en la amistad basada en la confianza y la fidelidad a esta.

 

Retiro

Una vez concluida la dinámica se realizará un retiro, puede ser individual o por pequeños grupos. El responsable reflejara que la actitud en la oración es igual que si habláramos con un amigo, en cada lectura que se haga, ellos han de llevarla al plano personal.

El esquema del retiro es sencillo, han de ir leyendo los detalles de la vida de S. Juan, y cada vez que se indica una lectura deben realizarla.

Una vez concluido el texto, deben de hacer una pequeña oración personal, pensando que han sido elegidos para ser testigos del reino de Dios, en definitiva para ser discípulos, que han podido tener un encuentro personal basado en la amistad al igual que S: Juan.

Esquema del retiro ( para los acampados)

 

Su nombre, típicamente hebreo, significa «el Señor ha dado su gracia». Estaba arreglando las redes a orillas del lago de Tiberíades, cuando Jesús le llamó junto a su hermano (Cf. Mateo 4, 21; Marcos 1,19). Juan forma siempre parte del grupo restringido que Jesús lleva consigo en determinadas ocasiones. Está junto a Pedro y Santiago cuando Jesús, en Cafarnaúm, entra en casa de Pedro para curar a su suegra (Cf. Marcos 1, 29); con los otros dos sigue al Maestro en la casa del jefe de la sinagoga, Jairo, cuya hija volverá a ser llamada a la vida (Cf. Marcos 5, 37); le sigue cuando sube a la montaña para ser transfigurado (Cf. Marcos 9, 2); está a su lado en el Monte de los Olivos cuando ante el imponente Templo de Jerusalén pronuncia el discurso sobre el fin de la ciudad y del mundo (Cf. Marcos 13, 3); y, por último, está cerca de él cuando en el Huerto de Getsemaní se retira para orar con el Padre, antes de la Pasión (Cf. Marcos 14, 33). Poco antes de Pascua, cuando Jesús escoge a dos discípulos para preparar la sala para la Cena, les confía a él y a Pedro esta tarea (Cf. Lucas 22,8).

Esta posición de relieve en el grupo de los doce hace en cierto sentido comprensible la iniciativa que un día tomó su madre: se acercó a Jesús para pedirle que sus dos hijos, Juan y Santiago, pudieran sentarse uno a su derecha y el otro a su izquierda en el Reino (Cf. Mateo 20, 20-21). Como sabemos, Jesús respondió planteando a su vez un interrogante: preguntó si estaban dispuestos a beber el cáliz que él mismo estaba a punto de beber (Cf. Mateo 20, 22). Con estas palabras quería abrirles los ojos a los dos discípulos, introducirles en el conocimiento del misterio de su persona y esbozarles la futura llamada a ser sus testigos hasta la prueba suprema de la sangre. Poco después, de hecho, Jesús aclaró que no había venido a ser servido sino a servir y a dar la vida en rescate de la multitud (Cf. Mateo 20, 28). En los días sucesivos a la resurrección, encontramos a los «hijos del Zebedeo» pescando junto a Pedro y a otros más en una noche sin resultados. Tras la intervención del Resucitado, vino la pesca milagrosa: «el discípulo a quien Jesús amaba» será el primero en reconocer al «Señor» y a indicárselo a Pedro (Cf. Juan 21, 1-13).

Dentro de la Iglesia de Jerusalén, Juan ocupó un puesto importante en la dirección del primer grupo de cristianos. Pablo, de hecho, le coloca entre quienes llama las «columnas» de esa comunidad (Cf. Gálatas 2, 9). Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, le presenta junto a Pedro mientras van a rezar al Templo (Hechos 3, 1-4.11) o cuando se presentan ante el Sanedrín para testimoniar su fe en Jesucristo (Cf. Hechos 4, 13.19). Junto con Pedro recibe la invitación de la Iglesia de Jerusalén a confirmar a los que acogieron el Evangelio en Samaria, rezando sobre ellos para que recibieran el Espíritu Santo (Cf. Hechos 8, 14-15). En particular, hay que recordar lo que dice, junto a Pedro, ante el Sanedrín, durante el proceso: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hechos 4, 20). Esta franqueza para confesar su propia fe queda como un ejemplo y una advertencia para todos nosotros para que estemos dispuestos a declarar con decisión nuestra inquebrantable adhesión a Cristo, anteponiendo la fe a todo cálculo humano o interés.

Según la tradición, Juan es «el discípulo predilecto», que en el cuarto Evangelio coloca la cabeza sobre el pecho del Maestro durante la Última Cena (Cf. Juan 13, 21), se encuentra a los pies de la Cruz junto a la Madre de Jesús (Cf. Juan 19, 25) y, por último, es testigo tanto de la tumba vacía como de la misma presencia del Resucitado (Cf. Juan 20, 2; 21, 7). Sabemos que esta identificación hoy es discutida por los expertos, pues algunos de ellos ven en él al prototipo del discípulo de Jesús. Dejando que los exegetas aclaren la cuestión, nosotros nos contentamos con sacar una lección importante para nuestra vida: el Señor desea hacer de cada uno de nosotros un discípulo que vive una amistad personal con Él. Para realizar esto no es suficiente seguirle y escucharle exteriormente; es necesario también vivir con Él y como Él. Esto sólo es posible en el contexto de una relación de gran familiaridad, penetrada por el calor de una confianza total. Es lo que sucede entre amigos: por este motivo, Jesús dijo un día: «Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos… No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer». (Juan 15, 13. 15).

Se termina el grupo con la oración del Padre nuestro y el compromiso de durante el día, los ratitos de oración que se tenga, se harán desde una relación de amistad.

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Juan, el discípulo amado

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