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DÍA 6
"Los siete hermanos macabeos"
LEMA: Estoy contigo de día, estoy contigo de noche cuando estás feliz y cantas, cuando vas a pie o en coche
TEMA
Objetivo: Se tratará de iniciar en los niños y jóvenes la idea del cielo como lugar de plenitud del encuentro con Dios, pero también se procurará que tomen conciencia de que seguir a este Dios conlleva rechazo e incomprensión, pero que se puede ser fuerte en esos momentos gracias a la presencia permanente de Dios en nuestras vidas. También se pretende mostrar que la fidelidad a este Dios que nunca abandona a nadie y menos a los que dan la cara por Él, no dejará que nuestra vida acabe en el sinsentido de la muerte, sino que nos llama a una vida eterna con Él.
Antes de comenzar con la reunión por grupos os doy unos consejos para que se puedan lograr los objetivos, pues creo que el tema tiene ciertas dificultades para hacerlo comprensible y puede ser que nos centremos en llevar a cabo los pasos y perdamos de vista los objetivos. Pienso que la mayor dificultad está en que este tema nos va a hacer reflexionar sobre dos realidades muy ajenas a la experiencia de los jóvenes de hoy como son el sacrificio por un gran ideal y la resurrección. Pero ánimo este reto lo vamos a ganar para eso somos Misioneros de la Esperanza. Primero vamos a comenzar con un cuestionario que va a preparar la reflexión, ese cuestionario pretende enfrentar lo que viven ellos con lo que viven los protagonistas de este relato del segundo libro de los Macabeos. También sería bueno anotar todas las conclusiones y que las tengan presentes para la conclusión final.
1. Cuestionario introductorio:
2. Lectura Macabeos 7, 1-39 (Contar la siguiente historia)
UNA MADRE Y SIETE HIJOS QUE CONFÍAN EN DIOS
Hace mucho tiempo, mucho antes de que naciera Jesús. En su país, Israel, no gobernaba un judío sino los griegos que hacía tiempo lo habían conquistado. El pueblo lo pasaba mal porque se sentían humillados por los conquistadores, su vida ahora era mucho más dura, eran marginados en su propia patria por unos extranjeros que tenían el poder. Pero la cosa empeoró al llegar al trono Antioco, un tirano cruel y despiadado. Se había propuesto eliminar las tradiciones y creencias judías. Para ello ordenaba matar a los que practicasen la religión judía en público, obligaba a renegar de lo más sagrado para un judío como era el templo si querían mantener la vida. Así consiguió tener atemorizado al pueblo que comenzaba a dudar de su fe en Dios y sus tradiciones. Muchos judíos dejaron su religión porque no aguantaban la presión.
Pero había una familia, una madre y sus siete hijos que se mantenían firmes y alegres en sus convicciones. Eran unos judíos muy creyentes y buena gente que seguía practicando la religión con valentía y alentaban a otros a seguir adelante. Antioco al enterarse de esto los detuvo para obligarlos a romper con sus creencias, y de esa manera desanimar a los que seguían su ejemplo. Pero esta familia mostró una valentía que no esperaba este miserable rey.
Se propuso hacerles sufrir hasta que renegaran de sus creencias. Los mandó azotar con extrema crueldad. Al ser informado de que resistían decidió llevarlos a su presencia y dirigir personalmente la tortura. Cuando estaban ante el rey uno de los hermanos se dirigió a él y con mucha seguridad le dijo: -¿Qué quieres sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes de saltarnos nuestras leyes. El rey creyó que estaba loco o simplemente aparentaba valentía y no le creyó. Entonces, se enfureció, mandó poner al fuego sartenes y calderos y, cuando estaban hirviendo mandó cortar la lengua del insolente que se atrevió a hablarle así. Después le cortaron los pies y las manos, y cuando estuvo enteramente mutilado lo arrojó al caldero. Lo mismo hizo uno a uno los demás, menos con el menor. Todos ellos soportaron con entereza los castigos sin renunciar a su fe. Entonces, el rey contrariado, les dijo a la madre y al hermano menor: - ¿Qué pensáis hacer? ¿Renunciáis a vuestra fe? Mira lo que le ha pasado a tus hijos; contempla el final de tus queridos hermanos. ¿Merece la pena creer en un Dios que permite que sufráis tanto? ¿Daréis la vida por este Dios que no ha hecho nada por ellos? La madre con humildad, pero con total firmeza le respondió: - Dios lo ve todo y tendrá piedad de nosotros. Nadie vive por siempre y tú también morirás. Nada de lo que tienes te vas a poder llevar ese último día, sino que irás desnudo como viniste al mundo. ¿Qué le presentarás a Dios entonces? Si con la vida que te regaló solo crímenes, robos, y mucho dolor has causado. Nosotros, al menos, hemos tratado de respetar a Dios y de amar a nuestros semejantes, confiamos que por su misericordia entraremos en su presencia.
Esas palabras enfadaron aun más al rey que cada vez estaba más nervioso. En su interior comenzó a sentir miedo. Un escalofrío le recorrió el cuerpo pues se preguntaba: “¿cómo pueden aguantar tanto?, ¿será cierto que su Dios no les abandona?”. El rey desesperado, probó otra manera de doblegarlos para que renunciaran a su fe. En realidad lo hacía para quitarse el terror que le producía la fe tan recia de esta familia. Le dijo con tono persuasivo a la madre: - Aconseja a tu único hijo con vida que renuncie a esas creencias vuestras, lo haré rico y tendrás una buena vejez. A nadie le diré que habéis renunciado, no se sabrá nunca. Pensaba que la madre accedería por el bien del hijo y, como los judíos respetan siempre a sus mayores, el hijo acabaría obedeciendo a la madre; y así su planes saldrían adelante.
La madre aceptó aconsejar al hijo, pero cuando al fin lo tuvo cerca le dijo: - Hijo mío, ten piedad de mí, que te he llevado en mi seno nueve meses, que te he amamantado más de un año. Te pido, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra y al Dios que todo lo creó. No temas a este verdugo; muéstrate digno de tus hermanos y acepta la muerte para que yo te recobre con ellos en la otra vida. Nuestro Dios no nos abandona nunca, nos ama tanto que nos resucitará.
Esto confundió más al terrible soberano, que estaba quedando en ridículo ante sus soldados que jamás lo vieron tan aturdido. En ese momento el hijo menor tomo la palabra y dijo: - Nosotros vamos a perder esta vida, pero tú has perdido algo mucho más valioso que nunca recuperarás: la dignidad. Aunque vistas como rey y tengas poder sobre tanta gente, ya no eres persona. No tienes nada de lo que nos distingue de las bestias. Te comportas peor que la fiera más salvaje. Me matarás pero no podrás quitarme la dignidad, ni con el ejército más poderoso podrás arrebatar mi libertad. Mi fe en Dios sigue viva a pesar de tus crímenes. Gracias a mis hermanos y mi madre, gracias a ese Dios que no respetas pero me da fuerzas, puedo mirarte a los ojos sin temor. Dios nos dará a mi familia la vida que no se acaba, la que tú has perdido hace tiempo.
El rey lleno de ira y herido por estas palabras, lo torturó más que a sus hermanos y al fin murió; después hizo lo mismo con la madre. Pero a partir de aquel día dicen que Antioco no fue el mismo. Se rumoreaba que apenas lograba dormir una hora por las noches y que vagaba como alma en pena por el palacio. Comentaban que un miedo tenía clavado en el alma pues esta pregunta no cesaba de atormentarle: ¿Será cierto que su Dios los tiene a su lado?
¿Será cierto que Dios nos quiere para siempre a su lado? ¿Será cierto que resucitaremos?
3. Comentario sobre lo leído: w ¿Qué opinas de este sacrificio de los siete hijos y de la madre? w ¿Por qué se sacrifican hasta ese extremo? w ¿Hay cosas por la cuales merece la pena perder la propia vida? ¿Qué cosas pueden valer más que la propia vida? y tú ¿por qué darías la vida? w Después de este primer paso se pasa la letra de la canción de Luz Casal “Pongo mi confianza en ti”
Si un
día perdiera mi calma y mi paz
w Se comenta la canción w Los cristianos creemos que nuestro Dios merece toda nuestra confianza, Dios es tan bueno y nos ha demostrado de tantas maneras que está loco por nosotros, que hacemos nuestra lo que dice la canción “nunca perderé mi confianza en ti” w ¿También en nuestro tiempo hay personas, instituciones o medios de comunicación que tratan de que dejemos de confiar en Dios, como en aquella época a esos siete hermanos? ¿De qué manera sentimos esa presión que nos rechaza o ridiculiza por identificarnos como cristianos? w ¿Hasta dónde estamos dispuestos a sacrificarnos por Jesús? w Un chico o una chica Mies (Misionero/a de la Esperanza) ¿debe sacrificarse por los demás? Explica porqué (Material de apoyo sobre todo para el temario de jóvenes puede ser el punto XII de los 20 puntos “un hombre sacrificado”) w Piensa en algún ser querido que haya muerto (un familiar, un amigo, etc. Tu confianza en Jesús ¿te lleva a ver la muerte con sentido y con esperanza? w Compromiso: Piensa en un momento de silencio ¿qué hago por Jesús? Y escribe lo que piensas hacer por vivir como el vivió.
4. Se puede concluir con la siguiente oración
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz. Donde haya odio que yo ponga amor. Donde haya ofensas que yo ponga perdón. Donde haya discordia que yo ponga unión Donde haya error, ponga verdad. Donde haya duda ponga fe. Donde haya desesperanza que yo ponga esperanza. Donde haya tinieblas que yo ponga luz. Donde haya tristeza que yo ponga alegría.
Maestro ayúdame a que no busque tanto ser consolado como consolar, ser comprendido como comprender, ser amado como amar.
Porque dando es como se recibe, Olvidándose de sí mismo es como uno se encuentra, Perdonando es como uno es perdonado Y muriendo al egoísmo es como se alcanza la Vida
Señor, hazme un instrumento de tu paz
ESCUCHA LA CANCIÓN DE LUZ CASAL
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