Un Centro Mies debe ser una escuela de virtudes humanas y cristianas. En ellos se aprende y se vive el Evangelio y se va madurando progresivamente en la fe. Un Centro, en sí mismo, constituye un instrumento eficaz de apostolado. Un Centro ha de ser atractivo para todo aquél que se acerque a él. Dentro de las limitaciones que impone la austeridad, y con una sana moderación, no se debe despreciar nada que pueda ser útil para que los miembros del Centro se sientan a gusto en él y para que los que lleguen encuentren algo que les atrae de verdad. Los salones de los Centros deben ser para los niños y jóvenes algo como suyo, unos lugares de distensión donde no sólo reciben lecciones, sino que juegan, se reúnen con sus amigos, desarrollan actividades, lo decoran a su gusto, etc. La fe es presentada allí como una vivencia, una amistad con Jesús y un compromiso por los demás. Se huye de presentarla como un conjunto y una lista de normas de moral. En el Centro se ayuda a los niños y jóvenes a descubrir el verdadero sentido de la alegría y la diversión. Se les abren cauces a su afán de iniciativa y animación. Se les procura una formación profunda y razonada. Se les facilita el encuentro consigo mismo, con el Señor y con los hermanos.
Las actividades no son fines en sí mismas, sino medios. Pero el realizarlas no es una cuestión intrascendente, sino muy importante. A través del juego, del deporte, del aire libre, de los campamentos, concursos, visitas culturales, etc., se va creando el ambiente apropiado para la evangelización. Las actividades programadas y no programadas deben ayudar al logro de los fines y objetivos que se pretenden. Compete a todos, especialmente a los responsables, el cuidar de que el Centro sea realmente una escuela de virtudes y un lugar de Evangelización.
Todo esto exige personas disponibles, que estén dispuestas a dedicar muchas horas a esta tarea. Personas que renuncien a ver frutos rápidamente, que renuncien a sus propias cosas, a sus diversiones... Personas con vocación de apóstoles. El Centro, con las excepciones antes señaladas, deberá estar y aparecer muy unido a la Iglesia, concretada en la parroquia y en la diócesis.