Sacerdote, pintor y escultor nacido en Sevilla, Diego Ernesto recala en Málaga con tan solo 4 años, y es aquí donde inicia sus estudios en el seminario. Al poco tiempo de que lo ordenasen como sacerdote, viajó hasta Sevilla y, celebrando una misa en la basílica de la Esperanza Macarena, siente en lo más profundo de su ser una llamada que emana de la Virgen encomendándole una misión muy especial, la de hacer algo con los niños y los jóvenes para despertar en ellos la espiritualidad y hacer de ellos personas útiles para la sociedad. Y aquel joven sacerdote se entrega por completo al cumplimiento de lo que para él es una orden virginal: inicia la Obra de los MIES (Misioneros de la Esperanza), que todavía continúa desempeñando con eficiencia su labor misionera apostólica con los niños y los jóvenes.
Diego Ernesto Wilson Plata era hijo del matrimonio formado por Andrés Wilson Carballo y Mercedes Plata Olmedo. Andrés y Mercedes habían contraído matrimonio en 1925 en la parroquia de Ómnium Sanctorum de Sevilla y llegaron a tener tres hijos: Carlos, Diego Ernesto y Josefina. Carlos era dos años mayor que Diego Ernesto y Josefina, dos años más pequeña.
Diego Ernesto nace el 10 de junio de 1929 en Sevilla. Lo bautizaron el 16 de julio, día de la Virgen del Carmen, en la parroquia de San Lorenzo, con el nombre de Diego de la Santísima Trinidad. Su padre quiso componer el nombre bautismal añadiéndole el de Ernesto y así lo hicieron también en su familia. Al final, se le conocería como el padre Diego Ernesto.
Por razones de trabajo, la familia Wilson se traslada a Málaga el 22 de diciembre de 1933. Cumplidos los 5 años, empieza a cursar sus primeros estudios en una Escuela Graduada del malagueño barrio de la Trinidad. En 1937, dada la situación bélica en que se ve envuelta Málaga, en donde estaba prohibida cualquier manifestación religiosa por orden gubernamental, la familia se desplaza a Sevilla con el fin de que el niño pueda recibir su Primera Comunión, sacramento que consuma el 30 de mayo en el colegio de las Carmelitas de la ciudad del Guadalquivir. Ese mismo día, el muchacho tiene la oportunidad de ver, por primera vez, la Virgen de la Esperanza Macarena, de la que tanto había oído hablar a sus padres.
Unos meses más tarde, el 15 de septiembre, ingresa en la Escuela Preparatoria que había en el instituto (hoy, Instituto de Enseñanza Secundaria) Vicente Espinel, ubicado en la calle Gaona, único instituto que había en Málaga en aquella época y que todavía continúa desempeñando su funciones educativa y docente.
No es necesario ser muy avispado para percatarse de que ya, desde pequeño, Diego Ernesto daba señales de una tendencia poco habitual entre los niños hacia los asuntos religiosos. Así, era particularmente llamativa su gran devoción por la Virgen de la Amargura (conocida por la ‘Virgen de Zamarrilla’), que, en aquel tiempo, tenía su camarín provisionalmente en la iglesia de San Felipe Neri, su parroquia, debido al incendio de su ermita.
A lo largo de 1938, era habitual verlo todas las tardes camino de la Escuela de Artes y Oficios, donde se había matriculado de Dibujo Artístico. Esa escuela fue su centro de formación como escultor y pintor. El 20 de junio de 1940, concluida ya la Guerra Civil, y con 11 años de edad, pudo recibir en Málaga el sacramento de la Confirmación, tras lo cual el muchacho pide permiso a su padre para formar parte en la Juventud de Acción Católica de la parroquia de San Felipe.
Unos años más tarde comienza a estudiar la carrera de Comercio Mercantil, que parece no satisfacer sus necesidades espirituales. Y el 30 de septiembre de 1947, día de San Jerónimo, con 18 años cumplidos, entra en el Seminario Diocesano de Málaga, al que pertenecerá 9 años consecutivos. Durante esa etapa de seminarista tiene diversas experiencias apostólicas con niños y jóvenes con desigual resultado pero que le van a mostrar algo de lo que va a ser su futuro camino y misión dentro de la Iglesia.
Por fin, el 13 de mayo de 1956, festividad de Nuestra Señora de Fátima, el seminarista Diego Ernesto Wilson es ordenado sacerdote en la Santa Iglesia Catedral de Málaga por el obispo auxiliar de la Diócesis Emilio Benavent Escuín. Por entonces, la titularidad de la sede episcopal la ostentaba Ángel Herrera Oria, quien había delegado en Benavent la administración de este sacramento. Estaba a punto de cumplir los 27 años.
Al día siguiente celebra su primera Eucaristía, que oficia por elección propia en la capilla del Seminario de Málaga; y el 12 de octubre, festividad de Nuestra Señora del Pilar, dice su primera misa fuera de la provincia, una Misa Solemne en la basílica de la Macarena de Sevilla. La lectura del Evangelio correspondiente a esa festividad era el texto de la resurrección del hijo de la viuda de Naím (Lc 7,11-17). Las palabras con que pronunció la homilía el padre Antonio Tineo Lara, canónigo catedralicio, calaron tan profundamente en el interior del reciente presbítero —desde luego, hubo de influir bastante ese don divino de la gracia que ya inundaba su espíritu— que le hicieron ver que la Virgen de la Esperanza era aquella madre que le suplicaba ayuda para salvar a tantos jóvenes que ‘agonizaban’ esclavizados por el pecado, el odio y el egoísmo.
Y será aquí, en esta basílica, una vez concluida la celebración de la Eucaristía, y postrado a los pies de esa imagen de la Virgen de la Macarena, cuando recibe la inspiración de fundar los Misioneros de la Esperanza. Al padre Diego Ernesto se le iluminan dos grandes realidades: María necesitaba ser amada por los jóvenes y niños y ser consolada en su pena; y, a su vez, los jóvenes y niños necesitaban de la Madre para resucitar a la vida cristiana. Y allí mismo, de rodillas ante la Macarena, escribe la base germinal de toda la Espiritualidad de los que van a constituir MIES en una agenda que llevaba en el bolsillo.
Enseguida busca colaboración en jóvenes que quisieran unirse a él en esta labor. Y, aunque en principio parece contar con un grupo de chicos en Sevilla, al poco tiempo empieza a aparecer la apatía, sobre todo cuando el padre Diego Ernesto deja aquella ciudad y regresa a Málaga, hasta que termina desapareciendo.
Durante el verano del año 1956 y parte del siguiente, emprende una ronda misionera por los pueblos de la provincia de Málaga, al término de la cual solicita del obispo ser enviado a Venezuela para realizar allí misiones con los niños y jóvenes. Pero el obispo Herrera Oria desestima una vez tras otra su solicitud a causa de la precaria salud de aquel entusiasta sacerdote, minada por el sobreesfuerzo realizado durante su labor misionera por la provincia.
El 24 de junio de 1957, el obispo, con la finalidad de satisfacer en algo el afán emprendedor del joven sacerdote, lo destina a la parroquia de Santa María de la Amargura, cuyo párroco, aconsejado por el obispo Herrera Oria, le encomienda una pastoral con niños, con los cuales el padre Diego Ernesto empieza ya a darle cuerpo a aquello para lo que se siente llamado, y forma un grupo de «Cruzados Eucarísticos”. El 1 de diciembre de 1958 es nombrado capellán auxiliar del Hospital Civil.
A partir de 1958, empieza a reunir pacientemente a su alrededor a niños y jóvenes con los fines más variados, y, poco a poco, comienza a ir tomando forma lo que sería la Obra de las Misiones de la Esperanza, de modo que, a finales de febrero o principios de marzo de 1963, ya cuenta con una agrupación de seis chicos. No eran muchos, pero sí los suficientes como comienzo para un entusiasta como él. A estos seis pronto se fueron uniendo muchos más.
Al principio, dada la circunstancia de que solo contaba con muchachos, pensó en que podría constituir con ellos una congregación religiosa masculina; luego, en un instituto secular, y, más tarde, después de superar muchas dificultades, sobre todo de tipo jurídico, la agrupación quedará como una «Pía Unión», que, más tarde, se llamará «Asociación Pública de Fieles», donde sacerdotes y legos, casados y solteros, tendrían igualdad de derechos y deberes, en una comunidad de vocación misionera.
Como cabe suponer, el grupo tuvo varios nombres mientras maduraba en experiencia, principios e ideales básicos, y se acrecentaba en número, hasta que, en una reunión de responsables celebrada en octubre de 1967, el padre Diego Ernesto comunica por fin que la Obra se llamará «Misioneros de la Esperanza». El estilo de vida y la espiritualidad del incipiente movimiento religioso quedan recogidos en unos breves estatutos, que sirven de base a los que vendrían posteriormente.
Permanecerán en la parroquia de Santa María de la Amargura hasta los años finales de la década de los 60, cuando, después de su expansión por numerosas parroquias de Málaga, fijan su sede en un piso de la calle Mármoles. En esta casa se implantó la sede central de «MIES» hasta 1971, año en que hubo un nuevo cambio, trasladándose a otro piso más amplio de la ciudad.
En marzo de 1968, el padre Diego Ernesto es nombrado párroco adscrito de la parroquia de San Pablo y, posteriormente, destinado por Emilio Benavent, ya obispo titular tras el retiro de Herrera Oria, con dedicación plena a la Obra MIES. A partir de ahora, su labor va a ser vertiginosa. En abril de ese año se inaugura el Centro Juvenil de la Parroquia de San Felipe; en junio, los Centros de las Parroquias San Juan y de los Mártires; en septiembre, el del Espíritu Santo. También en Granada, abre los centros de las parroquias de San Pedro y San Pablo. A comienzos de 1969 se inician las Secciones de Estudiantes, Obreros y Pro-Infancia y en abril se empieza en la parroquia de Santo Domingo.
El 31 de mayo de 1970, va a Roma con un miembro de la Asociación para la canonización de San Juan Ávila, ocasión que aprovecha para dar a conocer la Obras MIES al papa Pablo VI. A finales de año, se obtiene, con fecha 5 de diciembre, que el obispo Ángel Suquía Goicoechea erija en oratorio semipúblico la capilla del Centro MIES de Calle Mármoles.
Un año más tarde, se traslada el Centro MIES (es decir, la sede en donde la Asociación tiene sus reuniones, celebraciones eucarísticas, atención personal, etc.) a la planta 1.ª del número 3 de la calle García Briz, donde Diego Ernesto comienza a vivir en fraternidad. Su madre lo acompaña. En septiembre, se abre el Centro de la parroquia de Nuestra Señora de Fátima.
En 1971, el padre Diego Ernesto y algunos misioneros viajan como peregrinos a Lisieux (Francia), a la tumba de Santa Teresita del Niño Jesús, ya reconocida como patrona de la Obra MIES, y allí realizan unos ejercicios espirituales.
Las peregrinaciones de los Misioneros de la Esperanza a la basílica donde se venera la imagen de la Virgen de la Esperanza Macarena tienen su primera realización el 19 de diciembre de ese año. A partir de ese día, todos los años se peregrina para postrarse ante ella y darle gracias por los beneficios recibidos y pedirle su intercesión y nuevas gracias para el próximo año. En aquella primera misa de peregrinación, siete misioneros profesaron sus ‘votos’ y cinco emitieron sus ‘promesas’.
El 27 de diciembre también del mismo año, festividad de San Juan Evangelista, se celebra una Eucaristía en el Colegio de las Hermanas Pontificias, durante la cual se proclama y se bendice una imagen del santo patrono, al que ya se tenía como tal desde el comienzo de la Obra.
De igual manera, el pensamiento y praxis de San Juan Bosco, San Francisco de Asís y Carlos de Foucauld son principios que influyen también en mantener viva y desarrollar el desarrollo de la espiritualidad entre los miembros de la Obra.
En los años que siguen, el padre Diego Ernesto continúa creando de nuevos centros y grupos de jóvenes: en enero de 1972, se inicia un grupo en el barrio sevillano de Valdezorras; en mayo, en la Parroquia del Santo Ángel en Málaga; en junio, en la Parroquia de Santiago de Málaga y, en septiembre, comienza a formarse el grupo de Alicante. En 1973, da comienzo el grupo de San Patricio en Málaga y, alrededor de esta fecha, el Centro de la Parroquia de San Vicente de Paúl en Madrid.
En 1974, se funda un centro en la parroquia de la Purísima en Málaga; en marzo, otro en Antequera, y en junio, otro más en la parroquia de Nuestra Señora de la Victoria de Málaga. Luego, se abrirán otros centros en Córdoba, Badajoz y Valencia, y, en 1975, se forman grupos juveniles en los municipios malagueños de Mijas y Pizarra.
En junio de 1976, se celebra el primer encuentro de todas las comunidades de la Obra «UNIFIMES», con el lema «Unidos en la Esperanza» y, a partir de entonces, a los encuentros de comunidades se les llama INTERMIES.
En 1977, se abre un centro en Alcázar de San Juan y, en 1979, en Herencia (Ciudad Real). Y así, poco a poco, van naciendo muchos otros más en Málaga, Priego de Córdoba, Villarrobledo, etcétera.
En enero de 1980, se publica el «Ideario MIES», compuesto por Diego Ernesto a partir de sus charlas en unos Ejercicios Espirituales que se celebraron en 1979 y 1981, de cuyo contenido se redacta y publica un documento extracto, titulado Ser MIES en 20 puntos. También se publican las Charlas del XXV Aniversario, para conmemorar los 25 años de la fundación de MIES.
En 1982, el padre Diego Ernesto va a poder realizar su sueño misionero de juventud: viajar a América, en donde visita todo ilusionado Venezuela y Ecuador. En septiembre de 1988, la sede de MIES se traslada al número 97 de la calle Carretería de Málaga. Esta será la primera propiedad inmueble que posea la Asociación. Hasta entonces, las distintas sedes estaban localizadas en casas de alquiler. El hecho de adquirirla en propiedad se debió al aumento de precio que empezaron a experimentar los alquileres y a la gran dificultad que conllevaba en ocasiones encontrar en este régimen de ocupación un lugar apropiado que sirviese de sede de una agrupación y permitiese realizar las actividades necesarias para el funcionamiento de la Obra.
En agosto de 1989, predica unos Ejercicios Espirituales en Úbeda (Jaén), cuya transcripción dio origen al libro Evangelio de la Gracia. El contenido de estos Ejercicios, a los que el padre Diego Ernesto da especial importancia, lo desarrolla en 16 tandas en Málaga y otras poblaciones donde hay grupos MIES.
En 1990 vuelve a viajar a América, concretamente a Ecuador, Paraguay y Argentina. En octubre de 1990, Diego Ernesto propone un primer borrador de los Estatutos por los que se rige la Obra MIES, fusionado con los de FIMES (asociación filial de MIES), que es presentado con carácter informativo a la Asamblea General de MIES. Será en abril de de 1994 cuando se lleva a cabo la plena fusión entre la Obra MIES y su movimiento filial FIMES.
Durante esta época de su vida, este hombre dedicado a Dios despliega una labor indecible: viaja incansablemente por ciudades y pueblos, con un programa de visitas a lo largo del año, dando reuniones y charlas y tandas de Ejercicios Espirituales por los distintos centros y comunidades. Y, como sacerdote en ejercicio, confiesa y dirige espiritualmente a numerosas personas. A los que se encuentran en otras provincias, les escribe asiduamente.
Pero Diego Ernesto es una persona, es humano, y tanto compromiso de todo tipo va dejando huellas en su salud. Es indiscutible que el padre Diego Ernesto se siente cansado, así que, poco a poco, procura ocupar un segundo plano, delegando sus responsabilidades en manos de los Responsables y de las Asambleas Generales.
En mayo de 2000, se le detecta un edema agudo de pulmón e insuficiencia cardíaca congestiva que lo ponen al borde de la muerte, aunque logra darle esquinazo a la Parca por esta vez.
El 12 de febrero de 2005, se mudan provisionalmente al edificio de la calle Rampa de la Aurora, propiedad del Obispado. El 14 de mayo de ese mismo año, unas radiografías a que se somete le pronostican un cáncer y, el 30 de ese mismo mes, se le descubre metástasis tumorales en el pulmón. El fin del padre Diego Ernesto se aproxima. El 22 de junio recibe la Unción de los Enfermos y, finalmente, el 26 de junio de 2005, entrega su alma al Creador, con la paz de los santos reflejada en su rostro, en su habitación del edificio de Rampa de la Aurora. El reloj de la catedral acababa de dar las 15.30 h.
A las 5 de la tarde del día 27 de junio, se celebra una misa multitudinaria en la Capilla del Cementerio de Málaga. Estuvo presidida por el obispo de Málaga, Antonio Dorado Soto, que contó con la colaboración de otros sacerdotes y la ayuda de familiares, muchos MIES venidos de todas partes de España y todos amigos.
Por decisión propia, sus restos fueron incinerados y actualmente se encentran sus cenizas y las de su madre en la capilla del Centro MIES de Málaga, junto a una imagen de la Virgen de la Esperanza Macarena, Patrona de la Asociación MIES.
Cabe decir, por último, que, tras el fallecimiento del padre Diego Ernesto, la labor de MIES continúa desarrollándose eficazmente a través de los Responsables y las Asambleas Generales, y la inestimable colaboración, seriamente comprometida, de todos los Misioneros de la Esperanza.
Y desde el sitio que solo ocupan los justos, el padre Diego Ernesto estará observando ahora lleno de satisfacción el continuo proseguir misionero y de ayuda a los necesitados de una gran Asociación que tiene sus orígenes en un pequeño grupo de tan solo seis jóvenes a comienzos de los años 60 del pasado siglo.