DÍA 5: María junto a la cruz, madre nuestra y de Jesús
Introducción
Este día lo dedicaremos a ver la fidelidad, amor
incondicional de María. El regalo de Jesús a la humanidad, la hace nuestra
madre. El joven que acoge a María, nos representa a todos nosotros.
1. Partimos de la vida.
María,
con su vida, nos muestra valores que debemos tener presentes en nuestro día a
día: en el instituto, en el trabajo, en la casa; en cada uno de los ambientes
donde nos movemos. Ella es ejemplo y testimonio a imitar y a seguir.
María,
como madre, nos muestra el camino a seguir. Un camino que nunca es fácil, la
elección no es sencilla. La vida es un camino lleno de obstáculos, de piedras
en el camino, de dolor y también de alegrías, satisfacciones, esperanzas e
ilusiones. María nos acompaña en el camino hacia la cruz, que es el camino que
recorre junto a Jesús desde que es niño hasta que se hace adulto y acaba
condenado. Y es allí, al pie de ella, donde se nos entrega como Madre Universal,
para que los que venimos detrás, también la tengamos a ella en esta vida que
nos toca recorrer.
¿Cómo es
nuestra actitud frente a la vida? ¿sabemos disfrutar de lo que nos toca vivir
o, por el contrario, nos quejamos porque nunca estamos satisfechos de lo que
nos ocurre?
Hoy en
día, es tentador buscar las salidas sencillas y fáciles, sin complicaciones.
Todo lo que “nos complique la vida” lo desechamos. María, no mandó nunca nada a la basura,
luchó, oró, lloró…todo, por estar junto a su Hijo Amado hasta el último día,
con actitud de servicio, entrega, humildad y fidelidad.
Aquí tenéis algunas preguntas más para
reflexionar en el equipo:
1 ¿Sentis
a María como vuestra Madre?
2 ¿Qué
actitudes de María ves en tu día a día?; ¿en quién te podrías fijar para
encontrar valores y virtudes de María?
3 ¿Cómo les
explicarías a tus amigos quien es María?
2. Tu Palabra nos da VIDA
La lectura de hoy es muy pequeña, pero de una
significación que escapa a nuestro entendimiento e imaginación. Sin embargo, es
claro que tras estas palabras une inseparablemente a su madre con sus
discípulos, representados por Juan, el más joven. De este modo hace a María
Madre de todos, madre de la Iglesia, con aquellas palabras: “Mujer, ahí tienes
a tu hijo” y al discípulo: “Ahí tienes a tu madre.”
María acoge a Juan como a su hijo, de este modo, en Juan, acoge con el corazón
a todos los discípulos. Hay aquí un doble pedido…una doble acogida.
A María le pide que acoja, proteja, crie y
ayude a los suyos, a sus discípulos a sus seguidores, encarnados por Juan, el
más querido. Y a Juan se le pide que acoja a María en su corazón, como su
madre. Cada uno tiene una misión en la Historia de la Salvación.
Juan 19,25-27
Junto a la cruz de Jesús estaba su
madre, y la hermana de su madre, María esposa de Cleofás, y María de Magdalena.
Jesús, al ver a la Madre, y junto a ella a su discípulo al que más quería, dijo
a la Madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Después dijo al discípulo:
"Ahí tienes a tu madre" Desde ese momento, el discípulo se la llevó a
su casa.
3. La VIDA
en oración.
Este año
el campamento lo dedicamos a María, madre nuestra. María como ejemplo de
servicio, humildad y entrega desinteresada que, sin esperar nada a cambio,
entrega lo más valioso que puede tener una persona: a su Hijo. Debemos contemplar
la figura de María, aprender de su vida y su gracia en nuestro día a día. Dar
gracias a Dios por ponerla en nuestro camino como Madre protectora y acogedora,
que sea Ella ejemplo a seguir en cada una de nuestras acciones diarias, que
busquemos en ellas la actitud a tener, la respuesta a dar…
Busquemos
en su rostro a la Madre sufriente, a la madre cariñosa, atenta a todas nuestras
necesidades, a todos nuestros cuidados y pidámosle que nos haga sencillos y
humilde de corazón para acoger, al igual que hizo ella al pie de la cruz, a
todos nuestros hermanos con amor fraterno.
Podemos
hacer un ratito de oración y pedir por todos los Misioneros de la Esperanza,
dándole gracias por la misión que nos ha encomendado y por todos los hermanos
repartidos por el mundo. Leemos esta pequeña oración y luego podemos compartir
o hacer silencio:
Querida Virgen María.
Gracias por ser
nuestra madre en la fe,
por estar cerca nuestro
y cuidarnos mucho
como hiciste con Jesús-niño.
Quiero conocer mejor a tu hijo
y a quererlo más cada día.
Quiero vivir como Jesús.
Ser buen hijo,
buen hermano
y buen amigo.
Contágiame tu esperanza.
Que aprenda, como tú,
a vivir en las manos del Señor.
Ayúdame a hacer crecer mi fe.
Madre Buena, enséñame a seguir
los pasos de Jesús.
4.
Entrega
tu VIDA
Después de dedicar un rato de reflexión y de oración
acerca de María como Madre, ahora nos toca llevarlo a nuestro día a día, a
nuestra vida cotidiana.
Aquí, en el campamento, todo es más fácil, el
ambiente de convivencia, el clima de oración y entrega que se vive nos facilita
el poder compartir a Dios con el hermano, pero cuando lleguemos a casa y
comencemos con nuestra rutina, todo se complica, pues ahí, es donde, nosotros
con “las pilas cargadas” tendremos que dar testimonio de Dios y del Amor
incondicional que María nos tiene.
Para ello, cada uno de nosotros elegiremos una de
las virtudes marianas e intentaremos crearnos un pequeño compromiso relacionado
con la que hayamos elegido.
Virtudes:
-
Humildad.
-
Sencillez
-
Fé, Esperanza y Caridad
-
Obediencia
-
Mansedumbre
-
Respeto
-
Generosidad
-
Fidelidad y Firmeza
-
Vida de oración
-
Perseverancia y
paciencia
-
Disponibilidad….