día 5

María, junto a la cruz,

 

madre nuestra y de Jesús.

 

LECTURA BÍBLICA

 

El pueblo seguía entusiasmado a Jesús. El sí que remediaba sus necesidades, les hablaba claro sin engañarlos con falsas promesas, y se enfrentaba a los que "con mala idea, le exigían una señal que viniera del cielo", pues para "esa clase de gente" no era señal del cielo dar de comer a los que no tenían con qué.

Una mujer del pueblo, entusiasmada por todo eso, le dijo gritando: "¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!". Toda una alabanza para María como madre de Jesús según la carne: la madre que concibe a Jesús en su vientre, le da a luz y le amamanta maternalmente. Jesús es carne y sangre de María. Es "carne" como todo hombre: es el Verbo (que) se hizo carne. Es verdadero hombre.

María, como madre, crió y educó a su hijo. Las cualidades humanas y el carácter de Jesús (como de todo bebé, niño, adolescente…) se formaron y fueron influenciados por el modo de ser, por las virtudes de su madre. Generalmente los rasgos de la madre se reconocen en el hijo. ¿No había algo de lo maternal de María:

http://www.acu-adsum.org/Graficas_ACU/diamond.purple.gifEn la sensibilidad de Jesús ante los pobres y necesitados.

http://www.acu-adsum.org/Graficas_ACU/diamond.purple.gifEn su humanismo.

http://www.acu-adsum.org/Graficas_ACU/diamond.purple.gifEn su corazón acogedor, compasivo, misericordioso, generoso.

http://www.acu-adsum.org/Graficas_ACU/diamond.purple.gifEn sus detalles.

http://www.acu-adsum.org/Graficas_ACU/diamond.purple.gifEn su aprecio de la oración (con insistencia; sin rencor; con una fe sin reservas ; espontánea y limpia ; en el peligro de la tentación ; dando gracias ; etc.)?

A Dios lo encontramos primero en el regazo de nuestras madres. Su nombre lo empezamos a balbucear oyéndolo de sus labios. Las madres, con su "práctica" de Dios, nos hacen sentir, nos "revelan" quién y cómo es Dios. Ellas interpretan maternalmente al amor de Dios.

Así fue María de Nazaret, la mujer creyente para su hijo Jesús. Ella (como nuestras madres para nosotros sus hijos) fue el instrumento que le manifestó a Jesús, su hijo, sobre todo en sus primeros años, la verdad de un Dios que salva, poderoso, fuente de todo don, bueno, misericordioso que ama con un amor preferencial a los pobres y humildes. Esa era la fe profunda de María, su experiencia personal de Dios, reflejada en su vida diaria y cantada en el Magnificat.

Y ese es el Dios que "demostró su amor al mundo, llegando a dar a su hijo único para que todo el que le preste atención, tenga vida definitiva y ninguno perezca. Porque no envío Dios a su Hijo al mundo para que de sentencia contra el mundo, sino para que se salve el mundo por él".

Ese es el Dios que se nos revela "en todo lo que hizo y dijo"  Jesús de Nazaret, hijo de María, Hijo de Dios.

 

 

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