día 5

Aunque los veas diferentes,

no tengas miedo; sé valiente.

 

DIEGO ERNESTO

 

Luchando contra el pecado vamos quitando muchos dolores, muchas enfermedades y muchos males de la tierra. Ya sabéis que tengo conocimientos de medicina y sé que muchas enfermedades desaparecen quitando el pecado. Muchas son consecuencia del pecados colectivos, pecados sociales o de pecados personales.

 

El Cristiano, el MIES, tiene que luchar contra el pecado, pero no solamente para eliminar el dolor; tenemos que luchar también contra el dolor directamente porque es consecuencia del pecado. Así que está bien que nos hagamos médicos -los que podamos y tengamos ese carisma especial- para luchar contra la enfermedad, para erradicar enfermedades como el cáncer, la tuberculosis, enfermedades de corazón, cólicos nefríticos, para curar los dolores de cabeza y de todo tipo.

[…]

 

De todas formas aunque se elimine mucho dolor, siempre habrá más, porque el mundo seguirá siendo imperfecto. No podemos soñar con un mundo en el que los avances de la técnica consigan suprimir todo el dolor, lo vemos continuamente: parece que la lepra está casi vencida pero aparece el SIDA; hace 500 años no se hablaba de cáncer y, en cambio, hoy hace grandes destrozos; parece que se quita una enfermedad y aparecen otras, porque el mundo material es así.

 

Está además el dolor moral, que quizás sea el peor: es el que brota de las desgracias familiares, de las peleas, de los celos, de los diferentes tipos de educación. También está el dolor que se siente cuando uno peca y sufre cuando se ve pecador.

 

Cristo aprovechó el dolor y nos enseñó a aprovecharlo de la forma quizás más grande y maravillosa: Él transformó el dolor del mundo, que es cruz, en medio de santificación personal y de liberación total.

 

Evangelio de la Gracia. Capítulo 20 (págs. 490, 492).

 

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