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DÍA 4 Este nuevo Dios es fiel y perdona: "Oseas y Gomer"
DIEGO ERNESTO
PALABRAS DE DIEGO ERNESTO
-Que me fije bien es esto, Señor: lo que realmente me perdona mis pecados no es la disposición que yo lleve, aunque ésta sea necesaria en parte, sino las palabras del sacerdote, que pronuncia sobre mí. Ideario Mies, pág. 214.
-Señor, no amaré nunca al hombre si no quiero hablarle del pecado.¡Falsa caridad querer que el hombre ignore la realidad del pecado y la gravedad de su culpa! Aun a nuestros niños debemos hablarles del pecado como único y verdadero mal, contra el cual hay que luchar, y ninguna otra luchas se admite más que ésta. Ideario Mies, pág.61.
-El pecado, por pequeño que sea, es el peor de los males y la raíz de todos los otros males que aquejan a los hombres. Ideario Mies, pág.62.
-La mayor malicia está en el desprecio de tu gracia. (...) Y al pecar arrojo toda esta maravilla sobrenatural de mi pobre alma, te desprecio a ti, Dios de bondad. Ideario Mies, pág. 63.
-Pero lo más grave, más que los pecados en particular, es la actitud de pecado. Si mi actitud es de humildad, lucha y conversión, mis caídas aisladas, aunque sean graves, no me llevarán a la perdición ni lesionarán fundamentalmente mi vida de justicia. Ideario Mies, pág. 65.
-Desde Abrahán hasta Cristo, Dios promete el don de la salvación gratis, formando un pueblo que nace de la fe de Abrahán, estéril –a partir de ahora hablaremos continuamente de “lo estéril”_.Mirad cómo el Señor, para que se vean su gloria y su poder y no el de los hombres, casi todo lo va a ir haciendo por medio de personas estériles, de ancianos, inútiles, “baldados”; Evangelio de la Gracia, pág. 96.
-Que agradezcamos al Señor esto, que nuestro pecado es muy grande y al Señor le gusta mucho que le pidamos perdón. Entonces si el Señor nos perdona siempre, ¿ para qué pedimos perdón? Voy a poner un ejemplo: una buena esposa, aunque su esposo no le pidiera perdón, ella, en su corazón, porque lo quiere, lo perdonaría siempre. Pero el esposo, aunque sepa que ella le perdona, si tiene también corazón, le querrá pedir perdón . Claro, el esposo no puede decir: “como mi mujer me perdona yo no le pido perdón nunca.” ¡No! Tú dile: “perdóname, mujer, perdóname.” Pues así también Dios te perdona siempre, pero a Él le encanta que le pidamos perdón. Es tan bueno pedirle perdón siempre cuando empieza la Eucaristía o una Asamblea: pedirnos perdón y perdonar, y darnos el abrazo de la paz continuamente para reconciliarnos. Luego, pidamos perdón. Evangelio de la Gracia, pag. 123.
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