Eduardo Navarro Jiménez, una vida de entrega y servicio sin hacer ruido. Acompañó a Diego Ernesto cuidándolo durante los últimos años de su vida.
Siempre que me acuerdo de él, se me escapa una risa porque eso es lo que él buscaba continuamente. Hacer reír a los que se cruzaban en su camino. Así entendía él la vida. No puede ser casualidad que la palabra Amor rime con humor, ni que las dos conozcan de cerca a la felicidad. Seguramente él, aún en vida, ya gozaba con el Señor.
Firma: Javi Navarro (hijo)