Consuelo Rodríguez Salas nació en Puebla de la Calzada (Badajoz) en 1928. Al morir su padre y ser ella la mayor de seis hermanos, hubo de ponerse a trabajar desde muy joven para que la familia pudiera salir adelante con la finca. Hasta que a principios de los años sesenta encontró trabajo en Málaga.
Pronto tiró de su familia y se instalaron en Málaga. Ya era una mujer de fe y gran amor a María Inmaculada, Patrona de su pueblo. La Amargura era su parroquia. y allí conoció al P. Ernesto y se vinculó a Mies el 1 de diciembre de 1968, entregándose como célibe. Se integró en Mies con fuerza prestando los servicios que le encomendaron: -Responsable General de la sección de Mujeres (1970), -Responsable de Célibes -Responsable de Formación y otros envíos apostólicos.
En su larga vida siempre estuvo abierta a cualquier servicio que se le pidiera desde la obediencia. Teniendo entonces un buen trabajo en Málaga en las oficinas de Gisper, una empresa de fotocopiadoras, renuncio a su trabajo para marchar enviada por Mies a Madrid para consolidar los inicios de la asociación en dicha ciudad.
En 1982 Mies pide voluntarios para ser enviados a Ecuador y ella se ofrece y es enviada con otras hermanas a Manta (Ecuador), al irse se despidió de su hermana Antoñita, religiosa Mercedaria con la frase "Hasta el cielo", y así fue, porque cuando regresó su hermana ya había fallecido. Eso le causó mucho dolor, pero lo vivió desde la fe. En Manta fue la Responsable de la Fraternidad de misioneras que atendían la casa de Ejercicios San Claver y la directora de dicha casa de los Jesuitas. También colaboró con las catequesis en la capilla de Santa Marianita.
Al volver en marzo de 1986 Mies le encargó la Secretaria de la Asociación y desde la discreción estuvo hasta su jubilación. Siempre llevó bien sus enfermedades, ella sabía "estar”.
Acogedora, obediente, humilde, buena consejera y muy lúcida en sus criterios, su fe y su entrega como orante lo ha llevado hasta el final. Todos en la Comunidad nos sentíamos queridos y respaldados con su oración.
En sus últimos años, al morir su hermana Maruja con la que vivía en Málaga, aceptó la voluntad de Dios despojándose de todo cuanto tenía, repartió sus cosas y marchó a Sevilla con su hermana Pili que la ha cuidado maravillosamente bien hasta su fallecimiento. Esta actitud de despojo lo ha vivido Consuelo toda su vida.
HERMANA de todos en la Comunidad, era gran consejera, sabía empatizar y serenar. Compartía con nosotros sus deseos de llegar pronto al Padre, pero valorando la vida como don de Dios. Ha sido pobre hasta para morir, debido a la situación sanitaria actual no podemos acompañarla nosotros, ni la familia y se encuentra en espera de su turno para poder recibir sepultura.
¡¡Hasta el cielo querida Consuelo!!
Firmado: Comunidad Santa María de la Victoria