Fue una Mies que amaba la vida, no le gustaba que en su rostro se reflejara el sufrimiento y le gustaba ir arreglada. Estuvo unos años en Ecuador como enviada por MIES. Siempre recordaba lo bien que se sentía al colaborar con las misiones a pesar del sacrificio que le podría representar. Murió de una enfermedad muy dura que le hizo sufrir enormemente. Aún así se agarraba a la vida y siempre mantuvo la esperanza. Firma: Conchi González