¡Esta vida no es la que da referencia a la eternidad, a la otra vida, la que nos espera, sino que es la eternidad - aquella vida – la que ilumina y da esperanza a la vida terrena de cada uno de nosotros! Si miramos sólo con ojos humanos, tenderemos a decir que el camino del hombre va de la vida a la muerte. ¡Esto se ve! Pero esto es sólo si lo miramos con ojos humanos. Jesús pone al revés esta opinión y afirma que nuestra peregrinación va de la muerte a la vida: ¡la vida plena! Estamos en camino, en peregrinación a la vida plena, y ¡esa vida plena es la que nos ilumina en nuestro camino! Luego la muerte queda atrás, a nuestras espaldas, no delante de nosotros. Frente a nosotros está el Dios de lo vivos, el Dios de la Alianza, el Dios que lleva mi nombre, nuestro nombre, como Él dijo: "Yo soy el Dios de Abraham, Isaac, Jacob" Dios también con mi nombre, con tu nombre, con su nombre... con nuestro nombre. ¡Dios de los vivos!