HOMILÍA DOMINGO XXIX T.O-B (17 octubre 2021)
Mc 10, 35-45
¡Qué suerte tenemos de poder contemplar a Jesús en el evangelio! Cada domingo se nos
ofrece la posibilidad de verlo estar, de fijarnos en su forma de relacionarse, de darnos
cuenta de sus reacciones… Y así, poco a poco, de “rozarlo”, de crear vínculo con él, de
conocerlo internamente, como un amigo a un amigo, para así amarlo más y seguirlo. En
esta ocasión la escena es “performativa”, es decir, va viviendo el mensaje que quiere
transmitir al tiempo que lo comunica. Conforme anima a vivir de forma alternativa
reacciona, ante una situación muy especial, de una manera muy distinta a lo habitual.
Adentrémonos en la escena.
De nuevo Jesús les anuncia la pasión: será apresado, entregado, torturado, ejecutado y
resucitará. ¿Cómo te sentirías tú si vieras venir este sombrío futuro? Pero, al parecer, sus
más íntimos ni le han escuchado. Lo que ellos buscan y desean es un puesto de honor y
de privilegio. Si Jesús hubiese montado en cólera razones tendría de sobra; pero no, se
pone a dialogar con ellos. Los otros diez, como van buscando lo mismo, se enfadan con
los dos hermanos que han tomado la delantera y se postulan como una gran
competencia. De nuevo, razones de sobra para tener una reacción desairada con el
grupo entero. Pero tampoco, los reúne y les explica tranquilamente. Primero les pone el
ejemplo de los poderosos de la época y de su forma de ostentar el poder. Y les dice:
“Vosotros nada de eso”. Como su vida es su mensaje, y él ha venido a servir y no a ser
servido, les dice que en la óptica del Reino el primero y el más grande será el que viva
como un servidor.
Imagínate a Jesús tremendamente afectado por lo que le espera; que, al compartirlo con
sus más íntimos, es consciente de lo poco que han entendido. ¡Qué soledad más
absoluta! Pero no hay ningún reproche, ni ninguna reacción desairada, sino un ejercicio
de ternura y de paciencia. Se hace cargo de su situación y, de nuevo, invulnerable al
desaliento les vuelve a ofrecer la novedad del Reino: “Vosotros nada de eso”. El eco de
estas palabras sigue llegando a nosotros como llegó a la primeras comunidades. Si
nuestras tendencias son como la de los discípulos: “ser los primeros”, ¿cómo vivir el
“nada de eso”? ¿Cómo convertir las tendencias en alternativa?
San Benito decía que “el monje se hace lentamente”. Ser alternativos por el Reino es más
de fuego lento que de microondas. Y no es posible sin pasar largos ratos sentados junto
a Jesús sintiendo su ternura; experimentando cómo mira lo que podemos llegar a ser;
atravesando nuestros deseos más superficiales para detenerse en nuestras búsquedas
más hondas. Es escuchar al Maestro que ha venido a servirnos, a dejar sus
preocupaciones para enseñarnos con infinita paciencia desde nuestros errores. Es verle
tener con nosotros la espera del campesino que ara la tierra, abre los surcos, siembra la
semilla, la riega y espera y espera. Termino con unas palabras de la primera sordo ciega
que cursó estudios universitarios, Helen Keller. Así habla de cómo el amor de su maestra
la sacó de su mundo de tinieblas: “Mi maestra está tan íntimamente ligada a mí, que
apenas tengo idea de mi misma sin ella. No sabría decir hasta qué punto es innato mi
amor por todo lo hermoso, y hasta dónde se debe a su influencia. Todo lo mejor de mí le
pertenece: no tengo ni un talento, ni una aspiración, ni una alegría que no haya
despertado gracias a su influencia cariñosa”.