Significa compartir su amor misericordioso, entrar en su gran obra de misericordia para cada hombre y para todos los hombres. ¡La obra de Jesús es justamente una obra de misericordia, de perdón, de amor! ¡Jesús es tan misericordioso! Y este perdón universal, esta misericordia, pasa a través de la cruz. Jesús no quiere cumplir solo esta tarea: nos quiere involucrar también en la misión que el Padre le ha confiado. Después de la Resurrección, dice a sus discípulos: "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo... A los que perdonéis los pecados, les quedan perdonados" (Jn 20,21.22). El discípulo de Jesús renuncia a todos los bienes, porque ha encontrado en Él el mayor Bien, en el cual todos los otros bienes reciben su pleno valor y significado: los lazos familiares, otras relaciones, el trabajo, los bienes culturales y económicos, etc. El cristiano se distancia de todo y reencuentra todo en la lógica del Evangelio, la lógica del amor y del servicio.