La Cruz parece declarar el fracaso de Jesús, pero en realidad marca su victoria. En el Calvario, a los que se burlaban de él diciendo: "Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz" (cf. Mt 27,40). Pero lo cierto era lo contrario: precisamente porque era el Hijo de Dios, Jesús estaba allí, en la Cruz, fiel, hasta el fin, al designio de amor del Padre. Y por esta razón Dios ha "exaltado" a Jesús (Fp 2,9), confiriéndole una realeza universal.